El 9 de noviembre, fecha que condensa el trágico siglo XX
alemán, más de200.000 personas se manifiestan en la puerta de Brandeburgo en
contra del racismo y a favor de una sociedad tolerante que respete los derechos
humanos. Al día siguiente, se pide la prohibición del partido que más se
identifica con el nazismo. No es el momento de discutir si la mejor manera de
actuar en democracia es con prohibiciones, ni, sobre
todo, si éstas son eficaces para el objetivo que se persigue. Lo que interesa
subrayar es la enorme importancia que el Gobierno alemán otorga a esta
cuestión, pese a que la violencia racista sigue siendo un fenómeno marginal.
Los alemanes no son ni más ni menos racistas que el resto de los
europeos, con la diferencia a su favor de que el pasado nazi ha servido de
vacuna a una buena parte. Y, sin embargo, pienso que el Gobierno hace muy bien
en tomar medidas drásticas para eliminar de raíz la mayor amenaza que se divisa
en el siglo que estamos a punto de comenzar:el racismo.
SOTELO.Ignacio.In: www.elpais.es/p/a/20001112/opinion/nehtmo2
http://www.cdb.br/prof/arquivos/76058_20060531103554.PDF